El machismo aún bien disfrazado

Sin notarlo, sin detenernos a pensarlo, está ocurriendo otra vez. Y no es que en algún punto haya tenido fin pero han habido intentos. Desgraciadamente las cosas son cíclicas y repetimos lo que tanto hemos tratado de erradicar. 

Hace poco me volví a topar con uno de sus videos. El discurso era: si te gusta recibir ayuda, cumplidos y favores, predominaba la “energía femenina”; si preferías resolver las cosas por ti misma, abundaba la “energía masculina”. 

Aquello no fue lo peor; el video continuaba: “respeto y honro mi ciclo menstrual” equivalía energía femenina. “Tengo la regla pero la vida continúa. Hoy cumplo con toda mi agenda”, era energía masculina. “Me encanta cuidar a los demás y demostrar amor”, posiblemente, ya sabrán a qué “energía” refería. 

He de admitir que, antes de hacerse tan descarado, yo también pase por desapercibido un par de discursos que no me parecían problemáticos a primera vista. “Energía femenina” y “Energía masculina” tenían apariencia de tratarse de una forma de nombrar la expresión fuera de los limitantes de géneros, o quizá una forma de resignificarlos. 

Todo lo contrario. Solo una nueva denominación para lo mismo: el retorno a lo tradicional. 

“Este personaje/ figura/ persona tiene más energía masculina que femenina”, “tiene una balance de energía masculina y femenina”. Comentarios sueltos en redes, quienes ya han notado algo extraño en estos discursos, lo llaman describen como “igual, pero aesthetic”. Igual pero bonito. Lo mismo pero adornado; bien disfrazado. 

Quitando los adornos y los antifaces nos quedamos con los estereotipos de siempre y las restricciones y limitantes que atentan contra la expresión y todo derecho humano básicos.

Entre el mar de estos vídeos en tendencia alguien también argumentaba que las energías masculinas y femeninas existían porque como ser humano estas se complementan entre sí (evidentemente hay un intento por incorporar ideas de, por ejemplo, Carl Jung, sin mal entendidas y sin percatarse, además de que pueden cuestionarse como teorías rezagadas). 

Hay bastante que diseccionar en tan solo ese par de videos de menos de dos minutos, empezando por lo evidente que es adjudicar determinados patrones de expresión y convivencia a un género (y un supuesto binarismo intrínseco). Energía femenina es ser servicial, amable, sensible. Energía masculina es sinónimo de fortaleza y acción. 

¿Les suena familiar?

Estamos dando pasos atrás sin percatarnos. 

Ha sido en Tiktok, una de la redes sociales con más relevancia en la difusión de información (o, en este caso, desinformación) en la actualidad, que ha amado recategorizar situaciones para volverlas un trend.

Aquí entran las “mujeres de alto valor” y los “hombres económicamente presentes” que no son otra cosa más que reasumir los roles impuestos que equiparan a mujeres con sumisión y hogar y hombres como proveedores. Que primero aparentan ser consejos de autoestima y cuidado personal para seguir la narrativa de “una verdadera mujer” y “un verdadero hombre”. 

Y así eventualmente se encuentran personajes como el Temach que, con tintes sectarios, han llegado a los debates públicos y crear una fanaticada que cada vez más se inclina por el retorno al conservadurismo, contra derechos humanos básicos. 

La obsesión con rebautizar a todo con un trend también quiere disfrazar la gordofobia y el consumismo. Basta con entrar a los hashtags de “undercomsumption” que hacen del ahorro común en algunos hogares y de la protestas contra grandes monopolios y la publicidad del sobreconsumo, una tendencia de la que se puede olvidar en el momento en que venga otra.  

Volviendo a las “energías” de los cientos de videos y publicaciones que probablemente circulan hoy en día: decir que alguien tiene un tipo de energía masculina o femenina puede ser más contraproducente de lo que parece. Reemplazamos la ruptura de estereotipos y la expresión diversa por “esto es mayormente femenino” y “masculino”. Las personas son más complejas que eso. 

Sería bueno volver a cuestionar la idea preconcebida que se tiene del género, volver a vislumbrar el por qué de una lucha histórica que ha buscado desprenderse de esos roles impuestos. 

No nos dejemos absorber, una vez más, por discursos adornados.

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