La identidad del Barrio de Xonaca es el trabajo colectivo en favor de la cultura y el arte. Caminar por las calles empedradas donde se vivió el inicio del trazo de la ciudad de Puebla hace más de 400 años es palpar cómo la historia no es algo del pasado, sino algo que escriben los habitantes del barrio.
Ver las calaveras hechas de cartón y la música popular de distintos géneros en temporada de Día de Muertos, las celebraciones del Día de la Candelaria con tamales y eventos artísticos en el Centro de Bienestar Social de Xonaca, los niños viviendo el cine y la lectura en el Callejón del Gañán y el arte urbano que decora sus calles, muestran una comunidad fuerte y organizada.

En el barrio, las generaciones nuevas heredan las tradiciones para replicarlas mientras la sombra del Sol en su paso por la eclíptica celeste recorre las calles empinadas y enredadas del Barrio de Xonaca para ocultarse detrás de los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
El verdor Silvano bendecido por la humedad de las aguas de septiembre se intercala con el trazo urbano de los fundadores de Puebla. “Hay arraigo entre los ‘xonaqueros’”, nos dice Daniel Bello del Colectivo Tamalista mientras nos da un recorrido por esas mismas calles.
Pero generar comunidad como se vivía hace más de cuarenta años —cuando los niños jugaban fútbol en las calles—, les ha costado trabajo, debido al miedo a la inseguridad.
Aún así han amalgamado, con la ayuda del trabajo en favor de la cultura y los niños, el tejido social, muy necesario a la hora de enfrentar la gentrificación, la cual ha ahogado a sus vecinos del Barrio Del Alto donde —la gente de Xonaca nos dice—, han desaparecido vecindades, cerrado el Teatro José Recek Saade, desplazado a la gente y desaparecido negocios populares, para dar lugar a hoteles y spas de turistas, dejando al barrio como una curiosidad, hueco como un árbol muerto que no cae por el aguante del tronco.
Así, Daniel nos llevó al Callejón del Gañán, donde periódicamente hay funciones de cine para niños. El callejón rinde homenaje al perrito Gañán, quien acompañó a su dueño, Héctor Jiménez, en su trabajo y labor cultural y que podemos ver en forma de arte urbano con sus audífonos y comunicando el gusto por el cine y la música.
Nuestro recorrido volvió a su punto de partida a un lado de la Iglesia de la Candelaria, y aprovechamos para visitar el Centro de Bienestar Social Xonaca, ahí se preparan paral la “Procesión Tamalista de Día de Muertos” con un taller de cartonería para la elaboración de calaveras gigantes.
En el mismo sitio, imparten talleres de danza, pintura, música y más actividades para personas de diferentes edades. También celebran el festival Xonaca Mi Barrio, trabajan un huerto implementando las técnicas de la milpa, cuentan con cocina, biblioteca y un horno. Al ver la fortaleza del este trabajo, pensaríamos que el barrio tiene pujanza propia, pero por desgracia, han tenido que adaptarse al cierre del Teatro José Recek Saade de sus vecinos de El Alto, y han recibido a personas a las que les arrebataron cultura y arte con excusas burocráticas y recortes presupuestales.
Pero el Barrio de Xonaca vive, con tamales y cultura en cada fiesta de la Candelaria, música, arte y baile en Día de Muertos y cine, teatro, talleres y fomento a la lectura en el Rincón del Galán y en el Centro de Bienestar Social Xonaca.